Naturaleza, agresión e impunidad.

Hoy, con la nueva Ley de Parques Nacionales el gobierno invadiría competencias autonómicas con el trasfondo de privatizar y explotar recursos.

Leer noticias sobre medioambiente y el futuro que nos espera es para temblar. Escuchar a pseudocientíficos y natura-listos es una pérdida de tiempo. Desde aquellos que levitan desde sus encames de simpatizantes y seguidores para amplificar egos, hasta nuestros gobernantes más cuestionables.

Descentralización, localismos, autonomías que no saben lo que hace su mano derecha, un despropósito, pero lo que viene es peor. Hoy, con la nueva Ley de Parques Nacionales el gobierno invadiría competencias autonómicas con el trasfondo de privatizar y explotar recursos. Políticos e instituciones abrirán la puerta a la urbanización en Parques Nacionales con infraestructuras ligadas al turismo. Algo que viene de atrás. Se trata de más sobrecarga del continente y su contenido.

Aquí en el país de nunca jamás acostumbrados a la barra libre, hemos ido en jet a vuelo rasante adelantando a países que nos sacaban dos vueltas de ventaja pensando de manera ilusa, que éramos nosotros los que adelantamos. Cuando llega el “tío del mazo” reclamando deudas, nos encogemos de hombros al no poder pagarlas pues vivíamos con dinero del monopoly.


Desde las sierras prelitorales del Cuera, el Parque Nacional de Picos de Europa. Uno de los espacios “protegidos” españoles en el disparadero de las críticas, por nefastas políticas contra medio y biodiversidad.

Derroche y mala administración

Programas de conservación dilapidados, políticas de reintroducción de especies que han sido ríos de dinero que se fue por el desagüe. Ciertos cargos chupando del biberón de papá estado, fundaciones que bailaban al ritmo de los poderes de turno, empresas órbita de recursos públicos para proyectos que carecen de estudios de impacto o viabilidad, sectores favorecidos por siempre aún en caída libre, pero bah, como la cosa va bien, pues nada, a seguir en jet despilfarrando gasolina por ahí.


Centro de interpretación “Casa del Lobo” (Belmonte de Miranda), Asturias. Cercado de lobos para investigación y visitas, salas de conferencias, museo, tienda, etc…Coste 1,4 mill. de euros. Nunca se ha abierto al público.

Llegan las vacas tísicas, con las flacas ya estábamos, y se decide que todo lo que hay en nuestros ENP (espacios naturales protegidos) debe explotarse. Una subasta en cubierta. Un delirio que como poco llama la atención por la irresponsabilidad de un gobierno que no sabe hacer políticas serias sin excluir ciertos lobbies de poder ansiosos por meter sus zarpas. Ya se han plasmado en la nueva Ley las presiones del sector caza.


Gran parte de las actuaciones cofinanciadas por la unión europea, fondos FEADER, (Fondo europeo agrícola de desarrollo rural) se han suspendido. Edificios, obras, planes, proyectos de I+D+i yacen abandonados o excluidos por falta de fondos, mala administración y gestión funesta.

Amenaza real, presente y futuro aciago

Nuestros ENP, tienen su máxima figura de protección es los P.N que aún así tienen permitidos los usos tradicionales que han configurado y mantenido esos paisajes de forma secular. Los demás ENP están sujetos a instrumentos de gestión en los que en teoría se permiten más actividades de todo tipo. En España existen 15 Parques Nacionales con gran diversidad de flora y fauna que ocupan una superficie de algo mas de 381.000 hectáreas.
Las mayores amenazas para nuestros ecosistemas (según la FAO) son el urbanismo e infraestructuras, cambio en los patrones climatológicos, pérdida de suelo y agua (desertificación) e intensificación de algunas modalidades de gestión agrícola, ganadera, etc. Por tanto, no podremos sino ralentizar lo inevitable: mas fragmentación y declive de espacios ficticiamente protegidos.

Al acoso de fronteras agrícola-ganaderas, sector cinegético, según estos “gestores de fauna silvestre” y acoso urbanizable, sumemos rentabilizar naturaleza priorizando número de visitas. Resumiendo, habrá más caza a la carta, bajo el seudónimo de “control de especies” y turismo masificado.

Vuelo y navegación sin motor, pruebas de MTB por espacios sensibles, carreras multitudinarias y lo que falta por venir. Todos ellos incompatibles para la conservación. Con las políticas de apertura en puntos de ENP los “buhólogos”, científicos y técnicos, ya no serán los únicos en poder disfrutarlos, según el Sr. Cañete. Tanto es así, que la Sra. Cospedal quiere hacer de 57 espacios y montes públicos un coto de caza. Naturaleza en venta pero patrimonio de todos.


El Yelmo, en el recién declarado Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, aderezado con las contradicciones de su actual modelo de gestión: caza, pruebas deportivas masivas y acoso urbanizable. Peor imposible.

Modelos de “nuevo” cuño, los presuntos amigos

Si la subsistencia de espacios y especies quedan a merced de proyectos mercantiles imprudentes que subyacen tras cuestionables etiquetas ECO, habremos perdido lo poco que nos queda. Hagamos de esta industria tan necesaria para el desarrollo rural, una economía sostenible que no dañe el medioambiente con regulaciones responsables y garantes donde se prime conservar.

En la naturaleza no todo vale si luego hay cara B. Son los modelos de “nuevo” cuño. Proyectos con el empeño obstinado de rentabilizar naturaleza y biodiversidad. Es conocido de ciertas empresas, falsas ONG€s y plataformas, por suerte las hay muy serias y comprometidas, que ponderan negocio a conservación. Eco-proyectos al amparo de reglamentos que se alejan de criterios científicos, caso del lobo ibérico y oso pardo, bajo manuales y powerpoints cutres sobre “buenas prácticas ecoturísticas”.

Algo insuficiente si se hace de forma irresponsable, pero suficiente para alterar comportamientos que moldean e improntan su naturaleza silvestre. Transformaciones inmediatas -cascada trófica- que afectarán el equilibrio del ecosistema. Regular sí pero ¿quién regulará? ¿cómo y para quienes? ¿con qué fines?. Desde aquí sin paños calientes con espíritu crítico y respeto, entraremos hasta la cocina le pese a quién le pese.

Texto y fotos, Juanma Tobaruela