La media veda y sus sospechosos acompañantes.

La media veda consta de puesto fijo y tiro al paso. En este periodo se tira a codorniz, tórtola común, palomas (torcaz, bravía y zurita) distintos córvidos (urraca, corneja ) y zorro rojo y carbonero.

Otro año más, el calendario de caza se dispone a lo que vienen remontando añadas atrás. Ir de caza. Días antes, la imaginación del cazador corre a galope tendido entre quebrantos y desvelos en lo que será la jornada de caza. El jadeo del perro, el lento avance del cazador escopeta en ristre, la suave brisa del viento y una jornada fructífera.

Algunos cazadores conservacionistas, así se auto erigen, son muy críticos con aquellos que no son de su misma estirpe, el escopetero, y por supuesto hostiles con el que delinque, el furtivo. La media veda es caza con mayúsculas. Ansía especies concretas, algunas con clara tendencia a la baja por diversos motivos.


Hociqueras. La sobrepoblación de jabalí provoca grandes daños a siembras y cultivos. Además de problemas sanitarios para el suelo y enfermedades como la tuberculosis para el resto de fauna silvestre. No es cazable en la media veda.

La media veda consta de puesto fijo y tiro al paso. En este periodo se tira a codorniz, tórtola común, quedan muy pocas, palomas (torcaz, bravía y zurita) distintos córvidos (urraca, corneja ) y zorro rojo y carbonero. Cabe señalar el problema que atraviesa la codorniz con fuertes sequías que deshidrata la vegetación: se dispersan. El periodo de caza depende de cada comunidad autónoma, la Junta de Castilla y León, por ejemplo, desde el 15 de agosto al 20 de septiembre.

Daños colaterales

En estos días, una de las presas codiciadas es la codorniz, sin duda la reina del lugar. Suelen “apeonar”, andar de pié muy rápido, para esconderse entre rastrojos y lindes de girasoles para su refugio, e incluso quieta y mimética entre perros y deportistas. La codorniz es un ave fácil de cobrar con la inestimable ayuda de un buen can, a veces mal parados por la munición del cazador que en exceso dispersante, agujerea / plomea las orejas de los perros. Lances de caza…

Tórtola y codorniz, se hallan más en recesión por roturación, pérdida de hábitat, abandono de cultivos, intensificación de usos, cambio a caza mayor, pesticidas, etc. que por la caza en sí misma. Más si cabe, la caza trata de que proliferen por encima de otras, con el control de sus predadores, alimentación suplementaria y mejoras en fincas. También ha hecho daño a estas especies la nueva entrada de otras invasoras con las que han hibridado perdiendo pureza genética.


Desde puesto fijo y tiro al paso, la perspectiva sería esta para la caza de la torcaz. Difícil confundir la especie a esa distancia

Asimismo, existen otros problemas añadidos que nada tienen que ver con lo que se caza: la aparición de muchas aves muertas en recintos cinegéticos y cómo no, fuera de ellos. El cazador de verdad, no atraviesa la línea legal por la que paga y tampoco la moral y ética. Los buenos cazadores se ciñen a las reglas del juego por ese “presunto arte y religión” que dicen es la caza.

Pero la cara B de la moneda existe. Y recae en el que hace mal empleo de la caza y se sirve de ella para intentar a toda costa cobrar su pieza, si con ello se lleva por delante otras especies que rivalizan por la misma presa como rapaces y córvidos que se comen huevos y polladas de codorniz entre otras.

Mala imagen ante la opinión pública

En la media veda sólo se pueden cazar determinadas especies, si bien los servicios de fauna silvestre de diferentes comunidades autónomas a través de los agentes medioambientales, atienden “accidentes” por disparos de escopeta y en concreto rapaces. Águila culebrera, calzada, milano real y negro, busardo ratonero, azor…y en casos excepcionales las pérdidas irreparables de especies en peligro de extinción como el águila imperial, como ha sucedido en Doñana.


El buitre negro y leonado se alimenta de carroña. Estos días se rescatan muertos o heridos así como otras rapaces en peligro de desaparecer.

Difícil demostración para científicos, que gracias a la caza la conservación de especies y espacios permanezcan finalmente a salvo por su interacción a modo de “reguladores” o “gestores de fauna silvestre”. Según estos, no existe reseña alguna que haga referencia a la aproximación caza = conservación.

La caza en cualquiera de sus periodos, aseguran, provoca graves desequilibrios y desestructuras en muchas especies animales ante la apetencia del cazador por el mejor trofeo, macho dominante y dotado genéticamente. El descontrol y desaparición de súper depredadores naturales trae consigo el estallido reproductivo de depredadores menores como córvidos y roedores, así como otros omnívoros.

Las diferencias entre cazadores y los que hacen mala práctica de la caza en versiones moral e inmoral, continúan minando la imagen del sector frente a la creciente sensibilización de la opinión pública que los mete en el mismo saco. Con lo peor de cada casa en el campo y separando los estragos que causa el furtivo, una especie a extinguir, las licencias de caza continúan descendiendo en número.

Texto y fotos, Juanma Tobaruela.