«Casiquiare, el ladrón del Orinoco», libro de viaje. Amazonía y tribus amerindias.

El Brazo Casiquiare permite navegar sin interrupciones con una pequeña embarcación, desde cualquier punto del Orinoco, hasta el río Amazonas o cualquiera de sus principales afluentes.

La foto del pié, es portada del libro publicado más tarde sobre uno de los viajes realizados para confirmar el extraño fenómeno hidrológico del Casiquiare en la cuenca alta del río Orinoco. La misión era pasar del tercer río más caudaloso del planeta al primero, el gran Amazonas, sin pisar tierra firme. El brazo Casiquiare toma las aguas del Orinoco y las transporta durante 300 km hasta el principal afluente del Amazonas, el río Negro.

El Brazo Casiquiare permite navegar sin interrupciones con una pequeña embarcación, desde cualquier punto del Orinoco, hasta el río Amazonas o cualquiera de sus principales afluentes. El libro está narrado en primera persona y os trasladará a la amazonía venezolana de la mano de tres inconscientes, obsesionados en poner el pie allí donde nadie lo haya puesto antes. El libro está a la venta en librerías especializadas como De Viaje, Desnivel o Altaïr.


La imagen está realizada desde el agua en una isla selvática dentro del mismo cauce del río Orinoco, donde pasamos la noche admirando aquel mágico y maravilloso mundo acuático. Bajo el dosel de vegetación, el campamento, en una especie de inmenso barco verde a la deriva.


Portada y contraportada del libro, Casiquiare, el ladrón del orinoco.


El fenómeno hidrológico captura fluvial, se dá justamente en este punto, en la entrada a la boca del Casiquiare.

El alemán Humboldt y su ayudante el botánico francés Bonpland, navegaron toda esta red hidrográfica revelando grandes descubrimientos legados para la ciencia. En el transcurso de su expedición, pudo observar la naturaleza salvaje del lugar, áreas amerindias sin contacto y la atmósfera del amazonas mas recóndito y desconocido. A pesar de los frentes extractivistas mineros para la obtención de gas y petróleo que existen en algunas regiones del país, el área permanece sin intervenir.

La navegación es muy pequeña o inexistente, por lo que la sensación de estar en pleno contacto con la naturaleza es total. En puntos estratégicos del río hay que identificarse en cuarteles militares ocultos. Estos destacamentos móviles, intervienen grandes cargamentos de pasta base de cocaína que introduce la guerrilla, dada su proximidad con la frontera colombiana.

Parte de la riqueza que poseen estas selvas son las comunidades amerindias. Los indios Yanomami viven en lo profundo de la selva con el empeño obsesivo de ubicarse en zonas de difícil acceso, custodiados y ocultos por el intrincado manto forestal. Hostiles si alguien intentara violar su poblado, forzados a revelar los secretos de su existencia, o llevados a una conciliación con los antiguos enemigos de su raza como el hombre blanco. Practican el endocanibalismo y viven en Shabonos, poblados de palma circulares con una plaza central. Cazadores y recolectores de miel, reconocen con destreza gran variedad de plantas para usos medicinales.


Durante la travesía, los tepuys (zonas amesetadas de gran altitud) emergen de la selva erigiéndose como dioses según la ancestral y fiera tribu Piaroa. Estas inmensas moles son sagradas y lugar de culto para la etnia Pemón. La imagen fué tomada en el transcurso de la singladura por el río Carrao.

Preservar y aislar estas y otras comunidades amerindias en materia de conservación debería ser prioritario, si bien los gobiernos siguen mirando a otro lado. El avance de las fronteras mineras que invaden sus territorios, provocan escaramuzas y enfrentamientos con madereros, buscadores de oro etc…que terminan en tragedia la práctica totalidad de los casos. Con políticas nocivas que favorecen a inversores y empresas que vulneran la legalidad, los indios yanomami se hallan en grave peligro.

Desde hace 500 años, su población sigue disminuyendo desde que cristianización y enfermedades importadas como gripe, malaria y otras, mataran a estas gentes por miles. En la actualidad, el pueblo yanomami está censado en unos 10.000 personas y algunos cientos permanecen sin contacto y sin querer saber nada del hombre blanco. Sus últimos bastiones se encuentran en las cuencas del río Siapa, Sierras de Parima Tapirapeco, Brazo Casiquiare y Serra do Neblina.

Texto y fotos
Juanma Tobaruela