Los gritos del silencio.

La nueva Ley de Montes aprobada en Consejo de Ministros permitirá convertir en suelo urbanizable zonas incendiadas o declaradas catastróficas

Pasará poco tiempo antes de ver lineales de verjas y alambradas de simple torsión. Con esta ley, explotaciones poco o nada rentables podrán ser calcinadas. Se materializa lo que se especulaba imposible.

En España, donde todo sucede diametralmente al contrario de lo que ocurre en otros países de la Unión, volvemos a protagonizar el delirio de un mini colectivo que nos representa y que como poco llama la atención por la cortedad de miras y la ley del más fuerte. Hace mucho tiempo, bastantes años, no ocurrían noticias o al menos eran impensables en materia de conservación.

No se entendía que cierto tipo de políticas y decisiones orquestadas en beneficio de unos pocos, llegarán a puerto. El hombre y su empeño obsesivo en seguir tropezando una y otra vez en la misma piedra. Con el afán de volver a crecer a costa de lo que sea y como sea. Por hacerlo sin medida. Cierto que en este país se volverá al crecimiento económico, con menos garantías por lo que se ve, pero con la de siempre: seguir adelante con nuestra identidad del pelotazo y la ley del mínimo esfuerzo.

Ley de Montes, una bomba de relojería andante

Carente de sensatez, equilibrio, cordura, sentido común, sin entrar a valorar cuestiones técnicas por el momento, la nueva Ley de montes se yergue enhiesta para arrasar espacios naturales. Un decretazo a base de calzador y vaselina para reactivar microeconomías que causarán un daño irreversible para naturaleza en cotas de invasión de territorio a corto plazo preocupantes. Destruidas para siempre. Flaco favor y futuro para nuestros hijos.

La nueva ley de Montes, el “Dorado” para muchos, pare un engendro antinatural en el corazón verde. Ley aprobada en Consejo de Ministros el pasado día 9 de febrero con maratonianas sesiones de negociación previa por parte de sectores ecologistas y evitar lo finalmente inevitable, su fatal aprobación.

La Sra. Tejerina, basta escucharla hablar y que el día siguiente haga mal tiempo, es la nueva seña con la misma contraseña que su antecesor. Estéril en el cargo, como Rajoy con las nuevas tecnologías y la lengua de Shakespeare, se ha ocupado de la misión de llevar esta Ley hasta el final. Continuismo garantizado, ha sido la comisionada de heredar la impronta en otro episodio inconfundible denominación de origen “Señorío de Cañete”.

Agentes medioambientales: ver, oír y callar

Entrar en el meollo, en los pormenores causa incluso pena. Y llama además la atención por su crueldad y la sobrecarga que nuestra naturaleza soporta en sus ya maltrechas y castigadas espaldas. Comenzando por sus custodios, los máximos exponentes protectores del territorio: los agentes forestales. Autoridades ninguneadas por la nueva Ley y convertidas en meros observadores de campo. Una quita de competencias que el Gobierno hace de sus funciones.

Profesionales que velan por la conservación de espacios naturales protegidos públicos. Un colectivo relegado al ostracismo, cuya labor diaria consistía en estar al pié del cañón. Emitiendo informes, denunciando a quienes atentan contra el medioambiente en episodios de furtivismo, venenos, incendios, contaminación, vertidos tóxicos, etc…


Un alcaraván, yace envenenado a pocos metros de una salchicha impregnada con estricnina, seguramente destinada a otro animal.

Convertidos ahora en fuerzas y cuerpos de seguridad del estado en una especie de militar verde de campo o mezcla de vigilante verde atado de pies y manos, deberán comunicar a sus superiores los actos delictivos que se perpetran en nuestro patrimonio natural. No podrán denunciar. Con el esparadrapo en la boca y maniatados, los AA.MM han dejado de ser un grano en el trasero para los más poderosos. Ya no podrán transcribir las lágrimas de la naturaleza cuando la agreden, no auxiliarán los gritos del silencio.


Imagen cortesía de AAMM SEPRONA

Los agentes medioambientales han sido cesados como autoridad y evidenciar delitos e infracciones cometidas por grandes empresas y latifundistas o dueños de grandes fincas ricas en biodiversidad. Para muchos una desgracia, otros están de enhorabuena. Sumado a esta “ley escoria”, la ley de Parques Nacionales, que permite cazar en espacios de máxima protección como figuras en la cúspide de la conservación, modelando un horizonte desalentador.

Incendiar = beneficio

Grandes extensiones a priori inservibles para los que tan solo otean un panorama en forma de recalificaciones y/o bonificaciones, esta nueva misiva aprobada permitirá convertir en suelo urbanizable zonas incendiadas o declaradas catastróficas. Sin distinción. Un monte valdrá, en tanto en cuando su propietario lo queme para beneficio particular. Por los que se deriven de rendimientos económicos tras el incendio ocasionado.

Hasta este fatídico año, se impedía el cambio de uso forestal de áreas incendiadas durante un periodo de 30 años. En la página del Magrama, todavía reza. “Aprobada la nueva Ley de Montes, que contribuirá a la conservación de la biodiversidad, la lucha contra los incendios forestales y el cambio climático y al aprovechamiento económico de los recursos forestales”.

Ante el nuevo descalabro, solo cabe esperar años de desolación en lo que las autoridades en la materia bautizan como la Ley suicida contra nuestros montes. La contienda tiene como resultado, propietarios de terrenos y alcaldes, a favor. Agentes medioambientales, ingenieros de montes, sindicatos, partidos de izquierda y ecologistas, en contra. Para el resto del mundo, una Ley devastadora.

Texto y fotos, Juanma Tobaruela