¿Rentabilidad o conservación?

El ecoturismo puede ayudar a mantener lo que queda de naturaleza de manera responsable y reguladora. Su huella todavía no ha sido evaluada en fauna silvestre

Muchos santuarios de la naturaleza del mundo se dirigen a la sala de despiece por los presuntos custodios de su territorio, los humanos. La aceleración y los cambios en los patrones meteorológicos, el explosivo crecimiento demográfico, la agricultura, la construcción de represas y el acoso urbanístico fragmentan nuestros ecosistemas.

Durante años se va haciendo patente el declive de naturaleza y biodiversidad. Durante años, la fuerte presión y sobrecarga en espacios protegidos por actores clásicos, son ya un mal común por el que luchar. Pero a ellos se suman los actores buenos o a veces disfrazados de lo que no son en realidad.

A poquitos, la sensibilidad va en aumento con más gente dispuesta e involucrada y la conciencia ganando enteros. La conservación es fuente inagotable de desvelos en científicos, conservacionistas y el gran público en general…Las fórmulas, variadas como en botica.


Los bosques, nuestro bien más preciado.

Ecoturismo, el arma de doble filo

El ecoturismo es una fuerte baza y los que hacen de esta práctica un buen uso, son aquellos que respetan la cultura local, optimizan beneficios a la gente local, minimizan impactos ambientales derivados de esas prácticas y logran maximizar la satisfacción de los visitantes.

El primer significado de ecoturismo se remonta a finales de los 80. Se define como viajar a áreas naturales relativamente incólumes, sin intervención o contaminación, que traen objetivos puntuales de estudio, disfrute, admirar paisajes, plantas y animales silvestres así como la riqueza cultural local.

El ecoturismo se reafirma en uno de sus fundamentos, la ética de la conservación. Ello tiene como objetivo facilitar al visitante la experiencia educativa ambiental en torno a la naturaleza de modo que se pueda manejar de manera sostenible, término controvertido este último. La educación ambiental será más certera y respetuosa cuanto más y mejor se conozca la cultura del lugar.

Asimismo, se erige sobre dos pilares fundamentales para su sostenibilidad. Promover la conservación de ecosistemas naturales y apoyar a las economías locales. En estos dos conceptos se sustentará el ecoturismo con la creación de un fuerte impacto económico para la conservación de los recursos naturales, cuyas razones competitivas llevarán a la expansión.


La arquitectura negra de Valverde de los Arroyos, Guadalajara, ha sabido mantener su cultura sin perder la identidad.

Por el contrario, cuando el ecoturismo se torna exitoso, lleno de perspectivas y se exhibe como cantidad de turistas, puede acabar destruyendo tal éxito. En las últimas décadas este tipo de práctica ha crecido exponencialmente e incluyen o se contemplan diferentes intensidades y niveles. Lo que se conoce como ecoturismo “suave o blando” y “duro o fuerte” en alusión a las condiciones experimentadas por el visitante a nivel físico. No es lo mismo hacer el camino de Santiago en coche que a pie.

El dilema de la sostenibilidad

Entre las opiniones encontradas se encuentran las versiones naturales y no naturales del ecoturismo. En un caso los defensores del ecoturismo, valedores de que los humanos somos parte de la naturaleza y que nuestro impacto obedece a procesos naturales y los que postulan que el ecoturismo debe permanecer al margen pues la gente que visita esas áreas naturales las degradan de manera incontrastable.

El ecoturismo puede ser pasivo, observar el atardecer en las cumbres de los Alpes, activo, ascender sus paredes y picos, o explotativo, permanecer en el hotel del lugar plácidamente. El ecoturismo puede ser en masa donde el factor más importante es la entrada de divisa, número de visitantes o alternativo donde la “sostenibilidad” ambiental y la limitación de usuarios son importantes medidas de éxito.


La sobrecarga y uso masificado de los recursos naturales moldea naturaleza y dispersa biodiversidad.

En un futuro no muy lejano, nuestras áreas silvestres se convertirán en pequeñas islas de biodiversidad rodeadas de mares de paisaje improntado y/o moldeado. A medida que los ecosistemas naturales, más o menos indemnes del planeta se hagan raros o escasos, el ecoturismo permitirá que más gente pueda ver a estas poblaciones aisladas, beneficiando a su vez a las economías locales. Aunque el ecoturismo acarrea un impacto a los ecosistemas naturales, ofrecerá una manera de promover la conservación en regiones ecológicamente frágiles.


Las reintroducciones de especies como el lince son romerías de gente esperando ver salir el animal del cajón como en los toros.

Que la gran pregunta sobre su sostenibilidad permanezca sin responder, se debe a que esta práctica es relativamente nueva y su impacto a largo plazo no ha sido medido aún. El ecoturismo puede ayudar a mantener lo que queda de naturaleza de manera responsable y reguladora. Su huella todavía no ha sido evaluada en fauna silvestre, lo cual podría alterar comportamientos de forma demoledora sin los estudios necesarios de impacto.

Texto y fotos, Juanma Tobaruela